jueves, 8 de enero de 2009

Adiós al Sr. Sonrisa

El día de ayer, el Sr. Sonrisa y yo, nos dijimos adiós, nunca creí que pudiera dolerme tanto que este personaje desapareciera de mi vida, la verdad nunca pensé en la posibilidad de que el Sr. Sonrisa se alejara de mi. Imaginé que aún cuando la relación romántica-cachonda que llevábamos no funcionara, siempre quedaría la opción de ser amigos, hoy no sé si vuelva siquiera como amigo, aún cuando la vida nos dice que hay altas posibilidades de que si regrese.

El darme cuenta que una relación no funciona si ambas partes no están dispuestas, creo que me pudo en demasía, uno está conciente que una pareja es de dos, y todas esas cosas, pero cuando lo vives y tienes la enorme voluntad que funcione bien con esa persona en específico, esa que sabe escucharte, a quien quieres escuchar, con quien has convivido momentos de todo tipo, con quien los silencios no son incómodos, a quien puedes ganarle en el dominó y sólo sonríe y te da un beso, ese ser que tiene la enorme capacidad de aceptarte como eres, aún sin maquillaje (pobre, aún dudo que esto no lo haya impactado) y te ve con los mismos ojos que si tuviera puesto encima el vestido de noche más elegante, que se preocupa por ti y tus circunstancias y que cuando estas en sus brazos, el tiempo no corre y te sientes segura, querida e invencible; duele hasta la médula.

Durante algún tiempo estuve convencida que yo sola podría lograr que los temores y desidias del Sr. Sonrisa desparecieran con mi cariño, que mi cariño era suficiente para los dos, pero una vez más mis humos de soberbia fueron dispersados de tajo y con tan sólo un soplido. Todo porque no fui lo que él buscaba, aunque en cierto momento me convencí que él era lo que yo buscaba, lamentablemente me equivoqué por un fino detalle: él no está interesado en mi como yo de él.

El día de hoy me percato de aquello que no quería ver, es decir, que este personaje tiene a más de una que quisiera exclusividad en su corazón, ya que da la rara casualidad que una “amiga” le escribe diario en su página, y sube a la red, al menos dos fotos por semana en las cuales siempre está con él, ¡ja!, que simpático, no lo vi durante el último mes, ya que no podía por asuntos familiares, y si hay fotos con esta niña durante todo el mes de diciembre. ¿No habrá sido más bien que no tenía ganas de verme a mi? Y no está mal, es sólo que la ilusión nos ciega de las cosas que son evidentes.

Después de esto, sólo me queda un enorme hoyo en la panza y en el corazón, que espero pronto sanen, y le agradezco me haya permitido convivir durante este tiempo con él, que me haya permitido darme cuenta cómo me gusta ser papachada, cuidada y hoy sólo puedo decirle: Gracias Sr. Sonrisa, por el tiempo que estuviste, gracias por tu sinceridad, por todas las veces que iluminaste mis días con un simple: ¡Hola, mi niña! Gracias por tu sonrisa.

Creo que me enamoré cómo sólo las mujeres inteligentes sabemos hacerlo: como todas unas pendejas, ¡ja!